Cinco latidos como pulsos delatores.
Cinco murallas como años en el viento.
Cinco estrellas como besos reparadores.
Cinco suspiros como gotas en el desierto.
Uno, dos, tres, cuatro. Y también cinco.
Números, solo números vacíos.
Borrador de incoherencias, refugio de extravíos y museo de caprichos. Pero sobre todo, cable a tierra.