¿Qué se hace? ¿Se calla? ¿Se grita?
¿Se hace saber a viva voz que su mundo vive chocando con el
mío, que cuando sus ojos se enfocan ante mí algo cambia, que de repente el aire
pesa un poco menos cuando está alrededor?
¿O la felicidad que muestra ante todos es más fuerte? ¿O
entre susurros me llama a imitar su fatídico silencio? ¿O las cosas son como
son y lo que no es no lo es ni lo fue ni lo será nunca?
¿Es felicidad eso que brota de sus palabras, eso que emana
de sus gestos y sus anécdotas, de sus sonrisas y sus fantasías? ¿O detrás de
esa moderada alegría hay una sombra de conformismo?
¿Qué se hace? ¿Se calla? ¿Se grita?
¿Se aviva una llama que apagada nunca estuvo pero que hace algunos
calendarios se acostumbró a estar contenida, a quedar archivada entre cosas que
siempre quisieron pero nunca fueron?
¿O se reprime, se encierra, se sofoca y martiriza? ¿O se
mantiene contenida para que queme pero solo para adentro? ¿O, a fin de cuentas, se deja a la resignación
ganar un terreno irrecuperable?
¿Cómo se esconde la química entre dos almas? ¿Cómo se apaga
la conexión entre unos ojos y otros? ¿Cómo se calla esa voz que me pide, que me
implora y que me ruega que haga algo?
¿Qué se hace? ¿Se calla? ¿Se grita?